Cavernarios, fenicios, griegos, romanos, árabes, cristianos y conversos han hollado las tierras del Sur de España. Y en su caminar han forjado la senda de una expresión propia: el Flamenco. Puede que el arte andaluz feche su bautizo hace sólo dos siglos, como han querido señalar algunos expertos. Pero el cante, el toque y el baile son mucho más que el sentir de un pueblo ampliamente desperdigado por el mundo y que sólo ha sido capaz de producir flamenco dentro de nuestros fielatos.
Los gitanos son responsables de una parte generosa del acervo musical andaluz, pero no son la pieza inmanente que justifica su existencia. Los "sonidos negros" de los que habló Lorca en referencia a Manuel Torre han sido paridos por la cultura de un pueblo con una historia peculiar. Son hijos del folclore, aunque, como todo buen descendiente, hayan sabido volar del nido para adquirir una identidad propia. No hay más que oír la trilla, sobre cuyo acento rítmico siempre encuentra sentido el cascabeleo de las mulas que otrora regían con su trabajo las tierras de las gañanías de Jerez, Utrera o Lebrija. ¿Y la toná? ¿Acaso no nace del pueblo el lamento sonoro de la calamidad que tantas ánforas modeló en Triana? Ídem con la soleá, nacida del arrabal para buscar fortuna por Alcalá de Guadaíra, Utrera, Cádiz... O con la seguiriya, esa queja que se aposentó sobre las gargantas de El Planeta, el Fillo, Silverio, Enrique el Gordo o El Nitri mirando en cada postulado al martinete de las fraguas, la debla de la Cava, la carcelera y la cabal.
El flamenco es desde el 16 de noviembre de 2010, oficialmente, un arte universal. La UNESCO incluyó aquel día esta manifestación cultural española en la lista representativa de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura reconocía así los valores culturales de este género originario del Sur de España y lo puso, según la entonces ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, “en el punto de mira internacional”. La candidatura llegó a la reunión, que mantuvo el comité intergubernamental en Nairobi (Kenia), avalada por miles de firmas de apoyo de personas de todo el mundo recogidas a través de la web puesta en marcha por la Agencia Andaluza del Flamenco, entidad dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, así como de instituciones públicas españolas y, por supuesto, de los protagonistas principales del flamenco: los artistas. Aunque ellos, como bien recordaban en aquellas fechas Farruquito y Carlos Saura, lo saben universal desde siempre. Tras la declaración, el 16 de noviembre se considera el Día Internacional del Flamenco. Y se conmemora de diversas formas y en distintos puntos de la geografía mundial. En Jerez, se organiza anualmente una Semana Internacional de Flamenco, coincidiendo con la efeméride. La propia UNESCO lo festejó en su sede de París en 2014 con un concierto especial a cargo de Pepe Habichuela y Jorge Pardo titulado ‘Flamenco Universal’.
Esto es un hecho que refuerza y reivindica la importancia de esta seña de identidad y expresión artística andaluza. Por supuesto también se destaca, con este reconocimiento tan relevante, su trascendencia nacional e internacional; no en vano se dice que “en Japón hay más escuelas de flamenco que en España”. Desde entonces, esta fecha tan señalada se conmemora cada año con multitud de actividades relacionadas con el arte flamenco: conferencias, exposiciones, conciertos, espectáculos…etc, para potenciar su internacionalización y prestigio.