Las alegrías son el palo flamenco más importante perteneciente al grupo de las cantiñas, que son los cantes por excelencia propios de Cádiz y los Puertos. Es el tipo de cantiñas que desde sus inicios ha sido el más cultivado y cantado por los artistas y aficionados flamencos, y a su vez el más celebrado por el público oyente. El nombre de este estilo flamenco, procede precisamente de su significado, ya que es un cante que incita a la alegría, a la fiesta, la diversión. Podemos decir que las alegrías son el palo flamenco que mejor expresa el sentir del pueblo gaditano. Además, podemos decir que es el baile flamenco más antiguo; tanto es así, que gran parte del resto de palos flamencos se basan en la alegría para componer su coreografía.
En su origen, podemos observar las influencias de varios estilos, como las coplas romanceadas, los panaderos, seguiriyas, los viejos fandangos de Cádiz, las rosas (otro tipo de cantiñas) y jaleos, pero es la jota la que tiene mayor participación e importancia en la creación de las alegrías, tanto como para decir que son su base fundamenteal. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, (coincidiendo con el nacimiento de la soleá en Triana en 1850), los flamencos empiezan a aflamencar estas jotas de Cádiz, adaptándola al ritmo de la soleá. Esto les proporcionaría un nuevo palo flamenco de estilo alegre que serviría como contraste al resto de palos que tenían un mayor grado de dramatismo, cubriendo así un importante hueco entre los diferentes cantes flamencos. El compás de las alegrías es idéntico al de la soleá, aunque el tempo es bastante más rápido, lo que le aporta ese carácter alegre y festero. Como la primera referencia oficial de todas las que tenemos sobre las alegrías, debemos destacar en el año 1866 la de un cantaor cantillanero llamado Francisco Hidalgo, también conocido como Paco el Gandul o Paco Botas. Fue un cantaor muy respetado, de primera línea en la época de Silverio Franconetti. Cantó en la ciudad de Córdoba unos caracoles, seguidos de unos cantos alegres y unos panaderos. En esos mismos años 60 del siglo XIX, otros cantaores flamencos como El Quiqui, acompañado por el Maestro Patiño, empezaro a hacer “cantes alegres” o “cantes por alegre”.
Algunas otras variantes comarcales de las alegrías, aparte de las ya citadas, son las de Córdoba, las de Lebrija o las de Utrera. El carácter entrecortado del compás de la alegría otorga un sello inconfundible a este genero, covirtiéndolo en uno de los más sugestivos del universo rítmico del arte flamenco. En el desarrollo y evolución de las alegrías a lo largo de casi dos siglos de existencia destaca la aportación atribuida a Ignacio Espeleta, la expresión fonética “tirititran” utilizada por los cantaores como tercio de salida o temple de la voz. Como su nombre indica, se trata de un cante inminentemente festero, destinado al baile, y es bailado por ambos sexos, aunque es más propio de la mujer. Destacamos como notables intérpretes históricas del baile (y el cante) por alegrías a La Mejorana, La Malena, Gabriela Ortega, La Jeroma y La Macarrona. Durante la época de los cafés cantantes las alegrías funcionaban como soporte musical para los cuerpos de baile, siendo un género proclive a asimilar coplas de otros géneros. La versión bailable de las alegrías tiene una estructura formal más o menos fija que consta de los siguientes elementos: entrada, paseo, silencio, castellana y escobilla, para concluir con un desplante o salida por bulerias o jaleos.